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¿Por Qué Tanto Sufrimiento?

El año pasado ha sido devastador para muchos. Me duele el corazón por aquellos que conozco y aquellos a quienes no conozco que han experimentado dolor y pérdida debido al Covid-19, fallas económicas, disfunción relacional y muchas otras aflicciones que este mundo y su gente no fueron creados para soportar.




Este año el Señor me ha enseñado a caminar sobre las aguas del dolor y a lamentarme con Él. Es natural y bueno lamentar los efectos de pecado y sufrimiento como lo hizo nuestro Señor y Salvador, y como se le instruyó al pueblo de Dios a lo largo del tiempo.



¿Por qué la vida es tan dura? ¿Por qué tanto dolor y agonía? ¿Por qué tal quebrantamiento? Mientras me hago estas preguntas, recuerdo que este mundo presente es una mera sombra de la belleza y armonía para las que fue creado originalmente. Dios creó este mundo para traer orden y belleza del caos.


“Dios, en el principio, creó los cielos y la tierra. La tierra estaba desordenada y vacía, las tinieblas cubrían la faz del abismo, y el espíritu de Dios se movía sobre la superficie de las aguas. Y dijo Dios: «¡Que haya luz!» Y hubo luz.” ~ Genesis 1:1-3

La humanidad fue creada con honor, dignidad y el más alto de los llamamientos. Como socios e hijos del Rey del universo, fuimos creados para difundir la verdad y la justicia, la belleza y el amor sobre la faz de la tierra.



“Entonces dijo Dios: «¡Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza! ¡Que domine en toda la tierra sobre los peces del mar, sobre las aves de los cielos y las bestias, y sobre todo animal que repta sobre la tierra!» Y Dios creó al hombre a su imagen. Lo creó a imagen de Dios. Hombre y mujer los creó. Y los bendijo Dios con estas palabras: «¡Reprodúzcanse, multiplíquense, y llenen la tierra! ¡Domínenla! ¡Sean los señores de los peces del mar, de las aves de los cielos, y de todos los seres que reptan sobre la tierra!” ~ Genesis 1:26-28


Y, sin embargo, debido a que no podíamos confiar en el plan perfecto de nuestro Padre Celestial, esta paz perfecta se perdió y nuestro alto llamamiento casi fue olvidado. Sin embargo, en lugar de desecharlo todo y empezar de nuevo, Dios eligió entrar en nuestro dolor y tomar nuestra vergüenza sobre sí mismo.


Pero él será herido por nuestros pecados; ¡molido por nuestras rebeliones! Sobre él vendrá el castigo de nuestra paz, y por su llaga seremos sanados. ~ Isaias 53:5

Y así, como seguidores y socios del verdadero Rey, también asumimos el sufrimiento de este mundo. Soportamos problemas, mientras nos tomamos de la mano de nuestro Salvador. Lloramos con los que lloran. Llevamos las cargas de nuestros hermanos. Lamentamos y confesamos los pecados de nuestros compatriotas. Tomamos la cruz con Jesús nuestro hermano. Pero al entrar por fe en este abismo de dolor, del cual no podemos ver el fondo, experimentamos la unidad y el consuelo con Aquel que fue allí primero.


“Porque así como abundan en nosotros las aflicciones de Cristo, así también por el mismo Cristo abunda nuestra consolación.” ~ 2Corintios 1:5

Y mientras permanecemos con nuestro Salvador en este dolor, se nos recuerda a diario la luz que está amaneciendo, la esperanza de la restauración final que promete nuestro Dios Creador



“Lo que ustedes necesitan es tener paciencia; para que, una vez que hayan hecho la voluntad de Dios, reciban lo que Él ha prometido darnos. «Porque dentro de muy poco tiempo Él que ha de venir, vendrá y no tardará”. ~ Hebreos 10:36-37


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